domingo, 12 de abril de 2015

Caval, Penta, SQM y Los Prisioneros

Dado el posible acuerdo político entre los principales partidos del país—alias "boli"—creo que vale la pena que escriba un poco sobre el premio Nobel de economía otorgado a Russell Crowe por su actuación en Gladiador... o algo así.




El dilema del prisionero


Este jueguito mental es materia fija en la malla de cualquier carrera que algo tenga de economía, y tiene como objetivo mostrar que no siempre el óptimo global es el que se alcanza en situaciones de negociación, incluso si las dos partes se ven perjudicadas por no hacerlo.





Imaginemos dos prisioneros abandonados a morir en una cárcel olvidada. Esto hasta que corre el rumor de que ambos saben dónde está escondido un valioso tesoro: escrituras de terrenos con futuro cambio de plan regulador.

Al enterarse de esto, ambos prisioneros se ponen de acuerdo y juran de guata que no van a decir nada a menos que a los dos se les otorgue la libertad. Pero el Alguacil Vivaldi ya se conoce muy bien este acto y sabe que bajo presión, ambos venderían a su madre. Así que decide ponerlos en celdas separadas y dejarlos absolutamente aislados el uno del otro.

Entra el primer prisionero: Izquierdito. La cosa va más o menos así.

—Izquierdito, dime dónde está el tesoro.
—¡No! Mi amigui Derechito y yo no vamos a decir nada.
—Derechito ya está haciendo un mapa en este mismo momento. Solamente quiero darte la oportunidad de hacer lo mismo.

Horrorizado con la supuesta traición de Derechito, Izquierdito decide velar por su propio bien.

—Pero no tienes la llave y yo sí sé dónde está. No necesitas a Derechito, déjame libre y te entrego todo.

Así, con mapa en mano el Alguacil Vivaldi manda a encerrar a Izquierdito y llama a Derechito a interrogatorio.

—Derechito, ¿reconoces este mapa?

La cara de Derechito lo dice todo: ese maldito lo había vendido.

—Pero no tienes llave y sin ella no tendrás nada.
—Pero Izquierdito me va a dar la llave una vez que te mate y reparta el tesoro con él.
—¡No me mates! Yo te daré la llave ahora.

Y así Derechito e Izquierdito quedaron sin pan ni pedazos. Y todo porque no supieron quedarse callados.


Penta, SQM y Caval


La lección que nos dejan Derechito e Izquierdito no podía ser más adecuada para el acontecer nacional. Por eso voy a aplicar el mismo análisis para mostrarles que lamentablemente esta es solamente la punta del iceberg. Y no porque yo lo diga, sino que porque nuestros políticos se comportan acorde.



La tabla de arriba muestra las dos estrategias que pueden seguir cada uno de los participantes—derecha e izquierda, para simplificar—con cada uno de los cuatro desenlaces posibles y las consecuencias que estos traen para ellos.

Para saber cómo actuarían ambas partes solamente tenemos que ponernos en el lugar de ellos.


  • Si yo no expongo la otra parte preferiría exponer, ya que se ve muy beneficiada y yo muy perjudicado. Pierdo muchos votantes hacia mi adversario y probablemente pierda las futuras elecciones.
  • Si yo expongo es obvio que el otro me va a exponer, pero no termino tan mal como antes, ya que por lo menos ellos también están expuestos, lo que quizás signifique menos participación en las elecciones, pero no necesariamente menor proporción de votos para mí.
  • Por lo tanto me conviene exponer, ya que el otro seguro va a exponer si yo no lo hago.

Dado que ambos piensan igual, el escenario resultante es que ambos exponen al otro—algo parecido a lo que está pasando ahora, ¿no?


¿Cuál es la forma de evitar esto? Un acuerdo. Si las cosas están conversadas anteriormente y ambas partes saben que esa pequeña ventaja de exponer al otro es efímera, el no exponer y evitar pisarse la capa entre superhéroes es el comportamiento lógico. Y eso es lo que había hasta hace unos meses: un acuerdo.


Halitosis político-infecciosa


El problema con todo esto no es que estén conversando sobre un acuerdo. La gente no se va a olvidar tan fácil de que hay políticos que están comprados y que la presidenta no es lo que aparentaba ser. Pero esas todavía son personas con nombre y apellido. Y, como vimos antes, para que exista un acuerdo tiene que primero existir un escenario de perder-perder. Esto implica que hay más, que existen otros chanchullos, otros vendidos, más corrupción. Suficiente para querer lograr un nuevo acuerdo transversal.

Compatriotas, me avergüenzo de mi país. Me parece que fue Humberto Maturana el que dijo hace unos años que el país estaba enfermo, y que como cualquier organismo vivo también estaba mostrando los síntomas sociales consecuentes. Bueno, yo sé qué es lo que tiene el país. El país tiene un cuerpo extraño y lo está tratando de expulsar. Un diente viejo, infectado, que ya no hace más que molestar y dar mal aliento.

Nuestra institucionalidad tiene las herramientas para deshacerse de este cuerpo podrido. Un acuerdo político sería nefasto no porque afecte el proceso legal actual, sino porque enterraría más profundo la corrupción más grande y más dañina, esa que todavía no se ve.




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